Reencuentro

Sergi, Vladi y Georgina ¡Vivan los amigos!

Vladimir extiende su largo brazo y lo coloca en la espalda de Georgina. Sentados en el banco de la Plaza, bajo el árbol que a esas horas ya no precisa dar sombra, miran a los recién llegados a Gibara, a ver si entre esas caras se encuentra la del amigo español, el del año pasado, al que conocieron justamente en esos mismos bancos, bajo esos mismos árboles.

La locura desatada tras el desfile inaugural del Festival, se transforma en una alegría más calmada. Humberto Solás ha hablado ya en el centro de la Plaza, de miles de gargantas ya salió el "Viva Gibara, la perla hermosa de nuestro Oriente"... En el Cine Jibá se está proyectando ya la primera película.

Los claros ojos de Vladimir no cesan de mirar aquí y allá. No pierde la esperanza. Georgina, con voz dulce, intenta devolverlo un poco a la realidad, lo conoce y no quiere que se entristezca esta noche. Le toma la mano y trata de aferrarse, también ella, a una esperanza pequeñita.

Llegamos Sergi y yo a la Plaza. Y él reconoce la larga silueta sentada de aquél Quijote gibareño. Se acerca hacia él, y los ojos de Vladimir al verlo iluminan ese trozo de la plaza durante unos minutos. "¡Mi hermano!", le dice mientras se abrazan fuertemente. La espera no ha sido vana, el amigo ha vuelto. Y yo, una desconocida que llora de emoción al ver ese abrazo auténtico y el brillo de sus miradas, comienzo a sentirme una más de la familia.